sábado, 9 de mayo de 2009

Reportaje VIOLENCIA EN EL NOVIAZGO

Cuando el amor propio deja de existir, más que novios nos convertimos en cómplices

Por Erendira Guadalupe Ortiz Marquina


La señora Mary Bahena recuerda especialmente cada uno de sus noviazgos, pero entre todos ellos hay uno que preferiría haber olvidado. “Estuvimos juntos durante 3 años. Los primeros seis meses la relación fue normal pero después de eso, comencé a ver que mi novio era diferente, hubo un cambio drástico. Como trabajábamos juntos ya no me dejaba que  platicara con los clientes, cuando quería salir a comer con mis amigas me decía que no. Tenía mi tiempo limitado, ya no podía tener espacio libre porque toda oportunidad quería que se la dedicara a él. Me di cuenta de que había algo que ya no me gustaba de nuestra relación.”

 

Hugo Garza Gómez es estudiante de ingeniería en octavo semestre, al ser cuestionado sobre ¿cuál sería su definición de violencia en el noviazgo? argumentó: “para mí la violencia es dañar físicamente a la otra persona. Reconozco que hay muchas veces en las que la violencia se puede manifestar de forma no física, como por ejemplo, los gritos, los insultos e inclusive la infidelidad. Creo que es más difícil cuantificar un daño no físico”.

 

La idea utópica del noviazgo nos invita  a conceptualizarlo como una expresión resultante del amor entre dos personas, una oportunidad de crecimiento y aprendizaje que sirve de experiencia para algún día encontrar a la pareja ideal. La realidad es que no todo es  miel sobre hojuelas cuando de relaciones humanas estamos hablando. En el 2008 la Encuesta Nacional de Violencia en el Noviazgo (ENVINOV), detectó que entre los jóvenes de 15 a 24 años, los índices de violencia alcanzan distintos porcentajes: violencia física 61.4%, la violencia psicológica 76% y la violencia sexual el 16.5%.

 

Roberto Carlos Rayón es estudiante de psicología y durante todos sus noviazgos no ha sufrido maltrato físico. Él considera que sí ha sido víctima de la violencia en el noviazgo porque tuvo una relación llena de chantaje y manipulación.

Roberto, cuando escuchas “violencia en el noviazgo” ¿qué imágenes vienen a tu mente?

Pienso en personas a las que les ha sucedido eso y de inmediato recuerdo todas las formas posibles de violencia que pueden darse, en que no necesariamente los golpes y los gritos son la única forma en que se presenta y pienso en que mucho de esto se da en el circulo familiar y social de los miembros de la pareja, con amigos y familia para finalmente seguir con la cadena en la propia pareja. Y me llega a la cabeza una frase que dice: “Lastima más lo que se calla que lo que se dice”.

 

Cuando uno de los miembros de una relación de pareja siente incomodidad ante determinada situación, muchas veces la opción más fácil es guardar silencio, permanecer en el completo anonimato y dejar que sea el tiempo quien  vaya resolviendo los problemas del noviazgo. A final de cuentas vivimos con la esperanza constante de cosechar los frutos de nuestra ilusión. Alimentamos el sueño de por fin haber encontrado a nuestra media naranja, a la princesa o el príncipe de nuestros sueños. La tolerancia puede convertirse, en estos casos, en el mejor de los instrumentos para el cultivo de la violencia.

 

–Mary, ¿Por qué crees que llega el momento en que en ciertas relaciones de noviazgo se empieza a manifestar la violencia?

Pues a lo mejor porque te quieren hacer a su manera.  Si por ejemplo, la mujer deja que el hombre la agreda, que sea machista, que no permita que tengas amigos, etc., entonces ya después no te deja que le hables a nadie y pues es algo malo. Las mujeres tienen el derecho a no ser agredadidas, mucho menos por un novio.

Hugo cree que la violencia en el noviazgo comienza a manifestarse cuando uno de los miembros de la pareja percibe que el otro está haciendo algo que no debería. “La mayoría de las veces su punto de vista llega a ser extremista. Por ejemplo, si tu pareja habla con otras personas puedes llegar a pensar que les está coqueteando, comienzas a imaginar cosas si tu pareja sale frecuentemente, etc. Hay casos en que si tu pareja no llega a cumplir tus expectativas llegas hasta a insultarla. La  mayoría de la veces que he visto golpes es porque uno de los involucrados siente que el otro no lo respeta.”

 

            Mary Bahena, es ahora madre de 5 hijos, recuerda su experiencia violenta con uno de sus ex novios. La historia de aquel día comenzó así: “Siempre salíamos a comer juntos durante dos horas. Ese  día hubo una fiesta en la casa de Arturo, ya habíamos comido ahí e íbamos de regreso al trabajo. Como a la mitad del camino él se detuvo y me dijo: sabes qué, quiero que regresemos a la fiesta. Yo le dije que no porque ya iban a ser las dos horas y teníamos que regresar. Entonces en medio de la discusión comenzó a jalarme la mano para que regresáramos y yo me enojé”. Fue ese momento cuando Mary comprendió que las cosas se habían salido de control y que faltaba poco para que el vaso comenzara a derramar consecuencias.

 

El Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), publicó en uno de sus comunicados del mes de Marzo de 2009 que dos de cada 10 jóvenes han recibido maltrato por parte de sus padres, 7 de cada diez insultos que dichos jóvenes reciben son por parte de los padres. “Lo que genera que estos jóvenes en ocasiones reproduzcan patrones de conducta en su pareja y su vida adulta”[1], comentó al respecto una de las funcionarias del IMJUVE.

 

Para muchos es difícil explicar las razones por las que han permitido que la violencia en sus noviazgos sea una situación recurrente.

¿Roberto, por qué crees que se tolera la violencia en el noviazgo?

            –Porque a veces el amor propio no es tan grande como el amor por la otra persona y necesitamos más de su compañía a nuestro lado que de nuestro respeto y amor propio.

A la misma pregunta la señora Mary responde: “La verdad es que por tontos, los novios no tienen razones para soportar la violencia. Eso ya es de cada persona, depende de cómo quiera dejarse manejar por la pareja, por el otro. Yo pienso que es un error muy grande.”

 

Insultos, bromas demasiado pesadas, humillación pública, comentarios despectivos, chantaje y amenazas, gritos, agresión física y psicológica, son sólo unos cuantos de los muchos elementos que pueden llegar a encajar dentro de una relación de noviazgo con violencia. Muchas relaciones han llegado a sobrevivir con el peso de alguno o varios de estos verdugos que laceran la individualidad y nos vuelven más vulnerables ante nuestra inseguridad.

 

Las consecuencias de la violencia entre las parejas de novios son muy variadas y dependen del nivel de tolerancia desarrollen ante dicha situación. Los miembros de una relación van aprendiendo a comprender a su pareja y una situación de violencia puede gestarse aún sin ser percibida como tal. La inseguridad propia obliga a uno de los miembros de la relación a agredir y el otro puede llegar o no a soportar dicha situación. Para algunos es normal atacar a su compañero sentimental y por el contrario existen quienes a la primera señal de agresión terminan con el noviazgo.

 

            –Mary, ¿Cuál fue tu reacción cuando tu ex novio Arturo comenzó a jalonearte durante su discusión?

Le dije que no me gustaba que me tratara así, que yo no estaba comprometida con él, que solamente era mi novio y que si no le gustaba cómo reaccionaba yo, que lo sentía mucho pero que ya ahí terminaba todo, ya no quería nada con él. Entonces él me dijo así como si hubiera tenido mucho derecho sobre mí, “pues vamos a regresar a la fiesta”. Yo le repetí que no, él no me quería soltar la mano, entonces le di una cachetada. Fue entonces cuando me soltó  pero me quiso volver a agarrar para pegarme.

 

La situación que la entrevistada está relatando se parece a la que es vivida por muchas otras parejas en diferentes partes del mundo, sin importar la época, la edad o la clase social, la esencia del problema no cambia. Al cuestionar a la entrevistada sobre cómo fue que terminó  su pelea con Arturo ella agregó: “Iba pasando por ahí un taxi y le hice la parada, lo deje ahí y más coraje le dio. Para esto él pensaba que yo iba a regresar al trabajo y ya no regresé, me fui  a mi casa. La única solución fue no regresar y jamás volver a hablar con él. Él me buscó pero yo no sentía el deseo de darle ninguna explicación ni volver a dirigirle la palabra.”

 

El pasado 14 de febrero de 2009 el IMJUVE arrancó la campaña “Yo vivo una relación libre de violencia”[2] ante la cifra de que 7 de cada 10 jóvenes han sufrido algún tipo de violencia en sus noviazgos. Los esfuerzos para motivar a las parejas al fomento de relaciones sanas y libres de violencia se  extienden  cada vez más y parece que los resultados aún no dan señales de efectividad. La violencia es una cuestión que se encuentra enraizada en la familia y que encuentra una de sus muchas y muy variadas vertientes en el noviazgo.

 

Roberto cree que la violencia en el noviazgo es una situación muy común. Él considera que sí hay algunos esfuerzos para concienciar a los parejas jóvenes y prevenir las consecuencias del maltrato. “La violencia que viene de las estructuras familiares y del machismo, sí está siendo atacada. Falta educación respecto a las relaciones amorosas y la madurez de saberlas llevar para bien de ambos”. Así se expresó el entrevistado al analizar los esfuerzos que las organizaciones promueven para disminuir los casos reportados de violencia en el noviazgo.

 

Mary Bahena se cuenta entre las afortunadas que lograron salir de una pésima relación sin consecuencias que lamentar.

 –Imagina que hubieras tolerado la situación con Arturo, ¿qué crees que hubiera pasado?

Pues tal vez me hubiera casado con él y la situación iba a empeorar por que él iba a seguir siendo machista conmigo. Seguramente hubiéramos llegado a los golpes y después tal vez iba a  haber hijos y ellos verían la agresión y pues yo no iba a soportar una vida así, por eso tomé la decisión de no volverlo a ver.

 

Una decisión oportuna puede llegar a salvar la integridad de una persona. Mujeres y hombres somos presa de los estereotipos, de la inseguridad y las presiones sociales. Muchas veces hacemos más caso a las apariencias que a lo que la más mínima chispa de sensatez nos indica. Para Mary no fue fácil tomar la decisión y abandonar un noviazgo que había durado tres años. Ella cree que había llegado al punto insoportable de la relación y que siendo sincera ya no estaba enamorada de Arturo. Como ella, muchas otras mujeres se encuentran ante un dilema cuando la violencia llega y el amor por la pareja sigue latente. El balance ideal entre el amor propio y el amor a la pareja es difícil de hallar en casi todos los casos.

 

            Hugo Garza considera que cuando una pareja con violencia en su relación continúa su noviazgo no es por amor sino por costumbre.

–Hugo, ¿Qué harías en el papel de agresor en la relación de pareja?

No puedo ponerme en el papel de un agresor porque siento que nunca lo he hecho.  Una vez mi pareja me agredió y le contesté con violencia pero fue una reacción, no tuve tiempo de pensar ni razonar lo que estaba haciendo. Hasta la fecha seguimos juntos.

 

 

            La violencia familiar desencadena el ciclo de manifestaciones agresivas en las relaciones humanas. Para un individuo puede ser muy natural atacar a su pareja sentimental, para otros no lo es. Por ello se ha dado tanta importancia a fomentar un ambiente hogareño libre de agresiones que permita a las personas desnaturalizar los comportamientos violentos. Si existe violencia en el noviazgo, se puede estar casi seguro de que esa violencia continuará en el matrimonio. Se conseguirá formar un hogar intranquilo y muy probablemente los hijos de dicho hogar repetirán las conductas aprendidas y sus relaciones futuras con otras personas también estarán marcadas por el sello de la agresión.

 

            –Mary, ¿En la actualidad qué crees que se llega a dar más, que los hombres maltraten a las mujeres o viceversa?

– Los hombres maltratan más a las mujeres. Creo que ahora la mujer ya sabe sus derechos y se defiende. En la actualidad creo que ya hay menos casos que en épocas pasadas.

Roberto no cree que en la actualidad el número de casos de violencia haya disminuido. “Es cierto que las mujeres conocen sus derechos, pero las formas de violencia han cambiado y hay demasiadas cosas que siguen siendo maltrato pero que las mujeres en su mayoría no consideran así y lo ven como algo normal dentro de una relación.”

 

            Una vez que la violencia en el noviazgo se empieza a manifestar ya sea con leves señales es altamente posible que el nivel de agresividad vaya en aumento. “Creo que si se presenta una situación de violencia en el noviazgo las cosas no termina ahí y esa situación se volverá repetitiva y si quizás comenzó con gritos puede terminar en una violación a algo peor. Las personas deben analizar y tomar una decisión. Deben pensar en que en el futuro van a madurar más y ver las cosas de otra forma. No hay que aferrarse”, comenta Mary al respecto de las primeras manifestaciones de violencia en una relación de pareja.

Al ser observadores pasivos nos convertimos en parte del problema, somos cómplices también de la violencia. Un pequeño paso puede llevar a que nuestra relación de noviazgo comience un camino irreversible de agresión y maltrato. No es necesario que los signos de daño sean físicos, muchas veces las consecuencias psicológicas duelen más que un golpe. Como novios compartimos nuestros deseos, alimentamos ilusiones y convivimos gran parte del tiempo. Cuando callamos ante la violencia en el noviazgo, nos convertimos en cómplices ya no en el sentido utópico del noviazgo sino como sicarios de nuestra propia desgracia.

 



[1] PRIORIDAD DEL IMJUVE, PROMOVER LOS VALORES ENTRE LA JUVENTUD Y LA FAMILIA A TRAVÉS DEL CERTAMEN CARTA A MIS PADRES 2009.

[en línea]. Recuperado el 1 de mayo de 2009 de:

http://www.imjuventud.gob.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=182&Itemid=48

[2] “No a la violencia en el noviazgo”, campaña para erradicar violencia en el noviazgo juvenil.[en línea] Recuperado el 29 de abril de 2009 de: http://www.imjuventud.gob.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=170&Itemid=48

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